Ficción y mundos posibles





Llamamos ficción a la simulación de la realidad que realizan las obras literarias, cinematográficas, historietísticas o de otro tipo, así como los videojuegos, cuando presentan un mundo imaginario al receptor.

El término viene del latín FICTUS ("fingido", "inventado"), principio del verbo "fingiere". Como señalan las definiciones del Diccionario de la Lengua Española (en su tercera acepción) y Wikipedia, la ficción consiste en una "imitación" o "simulación" de la realidad, que nos presenta un grupo de seres, eventos y espacios imaginarios. La distancia entre las realidades de quien escribe, quien lee y los seres que habitan esa ficción están determinados, entre otras cosas, por el grado de realismo de dicha ficción (más adelante ahondaremos en esta diferencia, en el apartado "Teoría de los mundos posibles").

Esta "simulación" de la realidad implica una pausa en nuestro "juicio de verdad": aceptamos un contrato, el llamado "pacto narrativo", que hace que "juguemos a creer" las cosas que esa ficción nos cuenta: así es que lloramos con la película Titanic, aunque sabíamos que Jack era un personaje de ficción y que en realidad nunca cayó al océano helado, y tenemos subidas de adrenalina y transpiramos mientras jugamos un videojuego. La ficción es una zona gris entre la verdad y la mentira: sabemos que los tres cerditos del cuento no son reales y que nunca un chancho ha construido una casa, sabemos que Harry Potter es la creación de una escritora, así como el Guasón de Batman es el resultado de años y años de cómics, películas y series, pero en distintas etapas de nuestras vidas hemos seguido sus aventuras, o las de cualquier otro personaje. Una de las preguntas que nos plantearemos a lo largo del curso es: ¿Por qué nos emocionamos ante situaciones y personajes que no se corresponden con la realidad que habitamos? Desde el origen de nuestra especie nos hemos contado historias de ficción, y nos hemos conmovido con ellas. ¿Cuál es el lugar de la ficción en lo que somos, lo que aprendemos y lo que creemos?

La Mímesis y la Catarsis aristotélicas.

Mímesis es un concepto griego, utilizado por Platón y Aristóteles, que podría traducirse como "imitación". Aristóteles (Filósofo griego del siglo IV a. C.) en la Poética, entiende que todas las Artes consisten en la mímesis: una actriz imita una acción real y una identidad que no es la suya, una pintura imita aquello que representa, etc.

Cuando realiza la distinción entre Historia y Poética, señala que la primera habla de los hechos "tal cual fueron" (aunque volveremos a esta idea para problematizarla), mientras que la poética habla de hechos que pudieron haber ocurrido, de acuerdo al principio de verosimilitud. "No corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa (...) la diferencia está en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la historia, pues la poesía dice más bien lo general y la historia, lo particular". Lo que entonces Aristóteles entendía como "poeta", es lo que entendemos hoy como artista: alguien que crea, de alguna forma, "imitando" la realidad a través de algún medio. Así tanto la Literatura, como el baile, como el canto, son forma de ejercer la "poiesis": llevar una idea, emoción, sentimiento, al mundo "material". Sacar algo de nuestra mente al mundo "real" que compartimos el resto de las personas. Cuando hablamos de verosimilitud, hablamos de aquello que puede tener la apariencia de lo real, sin que realmente tenga que serlo. Nos resulta verosímil que Harry Potter se enfrente a un mago, pero no nos resultaría creíble que se enfrentara a un alienígena, o a un robot.

Siguiendo la idea de Aristóteles, los "mundos posibles" (como los llamaba Dolezel) que crea la ficción, imitan la realidad, en el sentido de que recrean cosas que "podrían" ser reales, aunque no lo sean. Cuando nosotres escuchamos o leemos una historia de ficción, no nos detenemos a cada rato a señalar las incongruencias que tiene ese mundo imaginario en relación al nuestro. Las aceptamos, como aceptamos que en el cuento "Los tres cerditos" que tres cerdos sepan diferentes técnicas de construcción, y que un lobo tenga la capacidad pulmonar suficiente como para derribar dos de esas casas, además de elegir soplar las tres antes de intentar entrar de otra manera. No nos lo cuestionamos. Una de las preguntas que atravesarán este curso es por qué, justamente, es que no lo hacemos. Tenemos que asumir que, cuando menos, es curiosa la costumbre que tenemos las personas de, de una u otra forma, contarnos entre nosotres historias que sabemos que no son verdaderas y, además, emocionarnos con ellas.

La Teoría de los mundos posibles de Lubomir Dolezel pretende ser una explicación de cómo se relaciona el mundo de la ficción con el de las personas que la consumen. Debemos partir de la base de que, como mencionamos antes, nosotros establecemos vínculos con seres y mundos ficcionales: les prestamos atención, nos emocionamos, juzgamos como buenas o malas sus acciones, o como justos o injustos sus destinos.

Dolezel plantea que toda ficción crea un mundo semánticamente distinto al mundo real, creado específicamente para cada texto de ficción y al que sólo podemos acceder precisamente a través de dicho texto. De esta manera, podemos incluso recrear los elementos de cada mundo posible creado por cada obra de Ficción y compararlos entre sí (por ejemplo, mencionar que en Juego de Tronos podemos encontrar Dragones, así como en Harry Potter, pero ambas historias se desarrollan en mundos distintos) o incluso mezclar mundos posibles que puedan ser compatibles de alguna forma (como podemos apreciar el capítulos "cruzados" de series o cómics, o en películas como "Batman versus Superman" o "Alien versus Depredador"). Podemos guardar en nuestra memoria una cantidad enorme de "Mundos Posibles" después de leer los libros, jugar los videojuegos o ver las películas que los contienen. Pueden hacer la prueba, tratando de recordarlos y explicar cómo funcionan.







De esta manera, podemos decir que cada obra de ficción constituye un "mundo posible" (que no "es", sino que "podría ser" en las circunstancias que en él se desarrollan), y que ese mundo posible puede relacionarse de distintas formas con la realidad de quien lo escribe o quienes lo leen: existen mundos posibles casi idénticos al mundo "real" de un lugar y una época determinadas, que llamamos realistas (como puede ser la película "Marley y yo", en la que se cuenta la historia de amistad entre una persona y un perro), o, por el contrario, mundos posibles en los que se rompen de una u otra forma las leyes naturales o las realidades históricas y sociales de lo que llamamos "mundo real", y aparecen seres, hechos, lugares y fenómenos que no suceden fuera de la ficción (como las historias de fantasía como "Narnia", "Harry Potter", "Rick y Morty" y "Bob Esponja"), que llamamos no realistas.

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