Figuras Literarias 2
La metáfora establece una equivalencia artificial entre un elemento real (presente o supuestamente presente en la realidad construida por el texto, pero no siempre presente en el texto) y un elemento ficcional, que el emisor "trae" al texto para atribuirle sus características al elemento real. De esta manera, el movimiento semántico que propone la metáfora es más radical que el de la comparación o símil: establece que esos elementos son equivalentes, idénticos, al punto que se corresponden, mientras que la comparación establece solamente una semejanza.
Desde el punto de vista lógico, la metáfora establece:
Elemento Real = Elemento ficcional
O, en muchos casos: Elemento Ficcional (sustituyendo a Elemento Real).
Podemos observar el primer tipo de metáfora en poemas como "El mar no es más que un pozo" de Idea Vilariño, y la "Copla III" de "Coplas por la muerte de su padre" de Jorge Manrique.
El mar no es más que un pozo
(Idea Vilariño)
El mar no es más que un pozo de agua oscura,
los astros sólo son barro que brilla,
el amor, sueño, glándulas, locura,
la noche no es azul, es amarilla.
Los astros sólo son barro que brilla,
el mar no es más que un pozo de agua amarga,
la noche no es azul, es amarilla,
la noche no es profunda, es fría y larga.
El mar no es más que un pozo de agua amarga,
a pesar de los versos de los hombres,
el mar no es más que un pozo de agua oscura.
La noche no es profunda, es fría y larga;
a pesar de los versos de los hombres,
el amor, sueño, glándulas, locura.
III
(Jorge Manrique)
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir,
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
Cuando las metáforas conforman un sistema lógico que configura una realidad más compleja a través de sus equivalencias, conforman una Alegoría.
Cuando la metáfora oculta su elemento real, opera transformando la realidad mediante la traslación de significados. En este poema de Francisco de Quevedo, las imágenes y las metáforas materializan una idea tan abstracta como es el amor después de la muerte.
Amor constante, más allá de la muerte
Francisco de Quevedo
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
***
En el caso de la imagen literaria, el emisor usa un lenguaje descriptivo capaz de crear representaciones mentales que estimulan nuestros cinco sentidos y nuestras respuestas emocionales. Es una forma de "hacer pasar por el cuerpo" lo comunicado, generando una reacción en quien lee. Muchas veces se manifiesta junto a otras figuras literarias como la metáfora, la comparación, la metonimia.
El poeta habla por teléfono con el amor
(Federico García Lorca)
Tu voz regó la duna de mi pecho
en la dulce cabina de madera.
Por el sur de mis pies fue primavera
y al norte de mi frente flor de helecho.
Pino de luz por el espacio estrecho
cantó sin alborada y sementera
y mi llanto prendió por vez primera
coronas de esperanza por el techo.
Dulce y lejana voz por mí vertida.
Dulce y lejana voz por mí gustada.
Lejana y dulce voz amortecida*.
Lejana como oscura corza herida.
Dulce como un sollozo en la nevada.
¡Lejana y dulce en tuétano metida!
Elegía
(Miguel Hernández)
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón
Sijé con quien tanto quería).
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(10 de enero de 1936)
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